HE MIRADO CON OTROS OJOS

            Según la física cuántica, el espectador modifica lo observado. Lo leí hace tiempo y pensé que cabía la posibilidad de que estuviera mirando todo lo que me rodea a través de un espejo deformante, como esos que hay en las verbenas. Quizá saliendo de mi cuerpo podía intentar verme a mí misma incluida en lo observado. Me vería como una simple máquina, así lo creen los materialistas, o como un ser de luz, si tienen razón los que creen en la trascendencia de todo ser vivo. Empecé a obsesionarme con librarme por breves momentos de esta humana carcasa y hoy, nada más levantarme, he decidido experimentarlo cuanto antes.
             He buscado un lugar apartado, en medio de la naturaleza. No sabía qué problemas podía encontrar en medio del tráfico, por ejemplo. Estando fuera, ¿cómo controlas tu cuerpo? Él podía irse por ahí sin atender a razones y cruzar con los discos en rojo. Y a ver cómo vuelves a ocupar un cuerpo al que ha hecho puré un camión de reparto, pongo por caso. Tampoco debía haber gente ni tiendas. La carne es débil y se puede lanzar a los brazos del primer cachas que encuentre o entrar en una pastelería y atiborrarse de dulces sin pagar un céntimo. He escogido un altozano cercano a mi casa, que suele estar desierto. Allá abajo se ve la carretera y un poco más lejos las montañas cubiertas de nieve. Me he sentado en una peña, he cerrado los ojos y he intentado dejar la mente en blanco. El procedimiento - así me han asegurado los expertos - es incluirte en lo que observas, dar un pequeño paso atrás, y es lo que he hecho. No tenía mucha esperanza en conseguirlo, de entrada lo de dejar la mente en blanco me costó bastante. Comencé recordando lo feo que era mi tío Manolo, luego que había dejado la cama sin hacer, el canto de un pájaro cercano me impulsaba a abrir los ojos, me picaba la nariz, tenía frío, ¿habría alguien por allí intentando el mismo experimento?
           De pronto, sin darme cuenta, me encontré a unos pasos de mí misma. Aunque debo aclarar que esa "mí misma" era una silueta transparente, a través de la cual se veía el horizonte. Una playa luminosa había reemplazado a la carretera, habían desaparecido paneles publicitarios y postes eléctricos, y la paz lo invadía todo. En este universo recién descubierto no había sitio para el euro, primas de riesgo, banqueros o políticos corruptos.
            "Se está bien aquí. ¿verdad?", dijo una voz, o más bien resonó su eco entre nubes blancas que se entrelazaban dibujando imágenes y nombres queridos, sepultados en lo más profundo del subconsciente. La voz tenía un matiz infantil y comprendí que aquella pregunta también formaba parte de mi mente, de la niña que permanecía escondida en mi interior.
         Y en un presente sin tiempo he habitado en otro universo. Me he olvidado de mí, de toda la carga creada a lo largo de los años.
            Y he mirado con otros ojos. Y he vuelto a nacer.   

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