PREGUNTAS



¿Es preciso que surja esa luz deslumbrante,
ignota y sin defecto,
para que se coordinen solas las palabras
y aparezcan los versos?

¿Es preciso que en un momento súbito
dejes de ser detritus desechable
y te conviertas en personaje alado,
sin final ni principio, para ver el misterio?

¿Es preciso abandonar tu anécdota,
la huella de tu historia,
tu identidad exigua,
para abarcar el mundo en un instante eterno?

Cuando lo he preguntado me ha cercado el silencio.
O más bien “yo, yo, yo”, han gritado mil bocas,
“yo puedo contestarte, la verdad es la mía”.

Las respuestas no sirven.
Prefiero las preguntas.
Que conteste el misterio.

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