CENA FAMILIAR




Cenamos rodeados de invitados ausentes
y de algunos silencios que nadie provocaba.

No alternes chico-chica,
calculé al ordenar los puestos de la mesa,
mejor deja los huecos para esos 
que dejaron de ir a fiestas familiares.

Papá reflexionaba en las estrellas que cuando se colapsan
provocan cavidades en el alma del cosmos.
Mamá sostuvo en brazos encantada a su nueva bisnieta.
Mi hermana, embellecida con las flores del tronco del Brasil,
acompañó a sus chicos todo el rato.
Y mi hija, en silencio, sonreía.
El asombro no tiene alcance alguno 
en las almas antiguas.
                                               
                                         No estuvo mal la cena, sin embargo.
Aunque el turrón a veces evocase 
el sabor de las lágrimas.

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