PETICIONES






Los muertos nos ahogan,
atascan la salida de la casa,
nos acusan con los ojos abiertos
desde el fondo del mar que decimos que es nuestro.

La dignidad se esconde corrida tras sus lágrimas
y la infancia se cuela en mil barcas maltrechas
sin papeles ni pólizas legales
que avalen a la entrada.

Y mientras centenares de gritos indecentes
nos hieren los oídos con su odio implacable.
Son restos de pasados putrefactos,
henchidos de arrogancia,
saturados de miedos egoístas
y escrúpulos abyectos y humillantes.

Yo pido desde aquí ayuda a las conciencias
que no están aún lastradas por olvido o codicias,
ni por tibiezas y apatías varias.
Lanzo un grito de ayuda y de socorro
para los desdichados de bolsillos vacíos
y mentes atestadas de sueños y deseos
de una vida tranquila.

Pido la paz, hermanos, lo mismo que el poeta,
y la palabra amiga sin dudas ni excepciones
que excluyan o rechacen.
Exijo un mundo nuevo,
un acuerdo firmado con mayúsculas letras,
sin anexos tramposos,
sin añadidos estampados en sangre.
  



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