MI DIOS





No es mi dios ese ojo que todo lo investiga
y que apunta en un libro con las tapas de oro
vilezas y ruindades de las almas perdidas,
de hombres extraviados en un mundo de sombras.

No es mi dios un anciano con las barbas de plata
que ignora la miseria y el dolor de los niños,
que preside batallas y premia generales
y condena con saña si le vuelves la espalda.

Mi dios no tiene nombre, no es Jehová ni Zeus,
no es Alá, Visnú o Shiva
ni los cientos de altísimos inventados por hombres
en noches de penumbra,
en días de agonía,
en momentos de miedo
y en trances de arrebato y de venganza.

Mi dios es prado verde
bañado por el sol de la mañana,
es la sonrisa alegre de los niños
en un día de Reyes,
es la voz del anciano rota por desencantos,
es la luna meciendo las olas en la noche,
es la alegría danzando en mi pecho
cuando el primer "mamá" apareció en tus labios.

Mi dios es todo y nada.
Es un regazo cálido, 
un universo en calma.

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